![]() Visitadores amigos, compañeros de oscuridades y consumidores de ese gris marengo que nos ha embargado el más allá de nuestras narices, bien recibidos sois en este paréntesis donde una hebra de luz está a punto de rasgar vuestras y mis cataratas; pues que buena andadura os espera por esta isla que ha dado amparo al penúltimo de los soles, penúltimo resplandor, penúltimo prófugo de no sé cuántas, -por no tener dedos para contarlas- ciegas derechuras: negras estafas que crían caspa y mugre en sus entretelas.
Visitadores amigos, dejad la niebla rancia en la puerta, tantas telarañas de oro del que cagó el moro; desnudaos del estar y del tener, regaládselos a la calle de enrobinada plata de la que cagó la gata, y, vestidos de ser -liviana gasa o mera carne viva-, en cueros vivos, entrad por esa puerta; gozad bajo la cúpula que enarbola la bandera de lo imposible posible; gritad luz, luz, más luz, y ésta, obediente, penúltima, os descubrirá cuanto las malas artes del olvido y tantas carreras sin meta, ni ramo de flores ni beso, cubrieron. |
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